El domingo por la noche me sorprendió extrañando Buenos Aires, extrañando mucho más a mis amigos y también a esa persona especial que me mandó mensajes todo el fin de semana. Córdoba parece estar llena de lugares hermosos y Capilla del Monte me pareció un pueblo mágico. Desde que llegué me sentí muy bien. Después me fui encontrando con gente que apenas conocía y fue muy liberador. Fue un viaje para descansar, relajarse y meditar.
Ahora de vuelta en la gran ciudad, me muero de ganas por ver a mis amigos que son la familia que yo elijo.
Estoy feliz.